jueves, 1 de mayo de 2008

Manchester - Manchester (Primera final inglesa de Champions)



El Chelsea se mete por primera vez en una final de la Liga de Campeones al derrotar por 3-2 al Liverpool en la prórroga. Didier Drogba, bigoleador, estableció la jerarquía en un encuentro farragoso, como todos los que disputan estos dos adeptos al fútbol blindado.
Fernando Torres neutralizó al cuarto de hora del segundo tiempo el gol que Didier Drogba había estampado a los 32 minutos del partido que enfrentó de nuevo a las dos ciclópeas escuadras de la Premier League en las semifinales de la Liga de campeones.


El gol del madrileño, el primero de la ‘era Benítez’ en campo de los ‘Blues’, aseguró la prórroga, que decidiría el acceso a la final de Moscú. Frank Lampard, desde le punto de penalti, estableció una nueva ventaja para el Chelsea a los cinco minutos del tiempo extra, segundos después de que el árbitro anulara, en decisión correcta, un gol a su compañero Michael Essien, quien realizó un esfuerzo extraordinario durante toda la noche.
El penalti de Sami Hyypia a Michael Ballack, tan claro como innecesario, subrayó la pérdida de actividad neuronal tras una hora y pico de esfuerzo permanente. Lampard celebró llorando el tanto que parecía ya valer una final. Con el sepelio de su madre tan reciente, las lágrimas brotaron de sus ojos mientras se abrazaba a sus compañeros.


Rafael Benítez reaccionó al 2-1 con la sustitución de Torres, una decisión sorprendente justificada en problemas físicos del madrileño, para dar cauce a la velocidad de Ryan Babel. Un nuevo ataque del Chelsea derrumbó toda esperanza entre los ‘reds’ cuando terminaba el primer periodo de la prórroga. Drogba, de nuevo, remachó impecable el pase de Nicolas Anelka, a quien el malaventurado John Arne Riise dejó abierto un pasillo imperdonable.
A tres minutos del final, un nuevo terremoto sacudió el estadio de Stamford Bridge. Un zambombazo lejano de Babel dobló las manos de Peter Cech y dejó a los 'reds' a un gol de la clasificación.
Pero no hubo milagro rojo. Al final del camino, Roman Abramovich, dueño del Chelsea, podrá desfilar al frente de sus empleados más caros y famosos en Rusia. Su mejor sueño está ya casi cumplido. Aunque le queda culminarlo levantando la copa ante el Manchester United el próximo día 21.

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