Almería se maneja de miedo en su regreso, cuatro décadas después, a la Primera División. Unai Emery ha formado un grupo sólido y físicamente poderoso, pero con una particularidad valiosa: nunca renuncia a jugar la pelota. Su escasez de talento en la zona de remate la solventó en esta ocasión con un tiro embarullado de Juanito a los 15 minutos, que detuvo Casillas, aunque dentro de su portería, y un penalti fatídico nada más reanudarse el encuentro, que transformó Negredo, un madridista exiliado que no celebró el tanto.
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La labor esforzada e inteligente del equipo pequeño obtuvo el beneficio de una victoria histórica y también contemporánea: desde que cayó en el Sánchez Pizjuán, en noviembre, el Real Madrid acumulaba resultados positivos y, además, ocho triunfos consecutivos en los últimas jornadas del campeonato de Liga.
A la novena, la apisonadora se gripó. Por muchas circunstancias: el partido incómodo, la falta de concentración inicial, la inclusión de Diarra en el medio campo, la lesión de Van Nistelrooy y la escasez de acierto ante un gran portero cuando, desesperados, los blancos decidieron ir por el partido y remontar el 2-0.
Los de Unai Emery engancharon su cuarta victoria consecutiva, la primera por más de un 1-0. El Almería no se fió nunca del Madrid, incluso con ventaja. Pero tampoco especuló con su resultado ni cometió el pecado de echarse atrás a defender su patrimonio resultadista. Al contrario, si pecó de algo en la fase final del partido, la más angustiosa, fue la de lanzarse con enorme decisión hacia la portería de Casillas, en lugar de sobar la bola, forzar la falta del contrario y ganar segundos al reloj en campo rival.
Juanito, Melo y Corona superaron todas las expectativas en el centro del campo, donde se impusieron con claridad a Diarra, Guti y Sneijder. Pareció que la presencia del malí no sólo perjudicó al Madrid en sí misma, sino que empeoró a sus compañeros de demarcación.
A la novena, la apisonadora se gripó. Por muchas circunstancias: el partido incómodo, la falta de concentración inicial, la inclusión de Diarra en el medio campo, la lesión de Van Nistelrooy y la escasez de acierto ante un gran portero cuando, desesperados, los blancos decidieron ir por el partido y remontar el 2-0.
Los de Unai Emery engancharon su cuarta victoria consecutiva, la primera por más de un 1-0. El Almería no se fió nunca del Madrid, incluso con ventaja. Pero tampoco especuló con su resultado ni cometió el pecado de echarse atrás a defender su patrimonio resultadista. Al contrario, si pecó de algo en la fase final del partido, la más angustiosa, fue la de lanzarse con enorme decisión hacia la portería de Casillas, en lugar de sobar la bola, forzar la falta del contrario y ganar segundos al reloj en campo rival.
Juanito, Melo y Corona superaron todas las expectativas en el centro del campo, donde se impusieron con claridad a Diarra, Guti y Sneijder. Pareció que la presencia del malí no sólo perjudicó al Madrid en sí misma, sino que empeoró a sus compañeros de demarcación.
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