lunes, 11 de febrero de 2008

7 y 8

Resultó obscenamente sencillo, quizá más que nunca en el Bernabéu, donde se vio una goleada de las que hablan los viejos (7-0). Fue nada, apenas un cuarto de hora entre el minuto 30 y el descanso. El Madrid tenía ventaja y se dejaba querer. Entonces llegó el ruido y la furia, cayeron cuatro goles y la valiente propuesta del Valladolid, que creyó durante media hora que era posible puntuar donde antes nadie lo había hecho.



Fue cruel el Madrid y Asenjo puede dar fe. El chaval debía albergar alguna esperanza con la ausencia de Van Nistelrooy. Raúl, quizá harto del eterno conflicto con Aragonés, sólo había marcado un gol en los últimos nueve partidos. Había más: Robinho, lo único potable del arranque, tuvo que marcharse lesionado al cuarto de hora.

Mendilíbar mandó a sus chicos a presionar arriba y a dominar el balón. Más o menos la misma ilusión vana de los 10 visitantes que salieron derrotados de Chamartín. El Madrid se hacía el remolón porque acostumbra a solventar estos partidos de esa peculiar manera. Pero sin hacer tanta mella. Esta vez se le fue la mano.

Guti y Raúl fueron los culpables. Los dos capitanes, el genio díscolo y el obrero del escudo. Gutiérrez despejó el camino en el minuto ocho para que Robben, de nuevo titular tras cuatro meses de ausencia, le regalara el primero a Baptista. Entre ambos remataron al Pucela con una preciosa jugada al primer toque que definió el '7' con la derecha.

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